Un anciano sacerdote católico convence a una guapa jovencita de follar dentro de la iglesia y son pillados por un grupo de chavales. Ellos graban con el móvil desde una ventana todo lo que sucede dentro de la iglesia a puertas cerradas. El vejete habla con una chica riquísima y muy sexy que usa un corto vestido y tacones. La lleva a una esquina donde le quita los tacones y las bragas, para después poner la diminuta prenda en su nariz y aspirar profundamente. Posteriormente, el sacerdote lleva a la chica a otra área, donde besa a la jovencita y comienza a preparar todo para follarla. Por desgracia, la ventana en esa zona no permite que los chavales graben más detalles.
Ahora, esperamos que todo esto sea real y no un malentendido, puesto de ser mentira, los chicos están cometiendo un acto atroz, digno de un castigo divino. Imaginaos que sois el cura, asegurándoos de que la chavala cumple con las normas. Le tenéis que solicitar quitarse los escandalosos tacones y simplemente la ayudáis, además os aseguráis de que las vestimentas sean las adecuadas para estar en la iglesia. ¡Claro! También debéis aseguraos que no ha pecado antes de asistir a misa y para ello, lo mejor es oler sus prendas. Luego la lleváis a confesar sus pecados y os aseguráis de darle la penitencia correspondiente. ¿Dónde está el pecado en esto? De lo que seguramente todos estaremos de acuerdo, es de que, lo que es un verdadero pecado, es que los gritos de los chavales, no dejaran al sacerdote terminar lo que empezó. ¡Pero más aún, que estuviera tan mal colocada la maldita ventana! ¡Joder!
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